domingo, 26 de mayo de 2013

Mi paraíso, mi país de las maravillas, mi reino perfecto, mi mejor sueño, mi mayor deseo, mi tesoro más preciado, mi octava maravilla del mundo, mi cielo, mi castillo de cuento de hadas... Todo eso y más eres tú, una vida contigo y sólo contigo. Cada fin de semana, cada día de descanso siento todo lo que pude sentir al principio de todo esto, y ya van casi 16 meses... 
Eres eso por lo que me desviví hace más de cinco años, eso que me derrumbó el mundo y eso que me lo ha vuelto a poner en pie... Seré sincera y te diré que no me enfadé ni te odiaba, pero no quería volver a saber nada de ti. Pero también te diré que cuando volvimos a hablar no solo me lo decía mi corazón, sino que mi cabeza también estaba de acuerdo, no tuve que hacer de tripas corazón, porque inconscientemente sabia que eres para mí. Y mi corazón y mi cabeza me dicen que eres eterno y de verdad.

lunes, 20 de mayo de 2013

Pequeños detalles que no se perciben al ojo humano


Hace un par de días me di cuenta de lo sencilla que puede llegar a ser la mente de un niño. Basta que digas que no haga algo para que ponga todo su empeño en conseguir hacerlo. ¿Y todo esto a qué se debe?

Desde pequeños nos educan de la mejor manera posible, dándonos cariño, protección, caricias, abrazos, besos, regañandonos cuando toca, enseñándonos lo bueno y lo malo...
Pero no nos lo enseñan todo: No nos advierten sobre las decepciones, las vivimos y aprendemos de ellas. No nos previenen de los errores, nos dejan cometerlos (a veces inconscientemente) para que estos nos enseñen. Y mil cosas más, pero una de las cosas que no nos enseñan, y la más importante en mi opinión es: No nos enseñan a sonreír, APRENDEMOS POR NOSOTROS MISMOS.
Esto me dice que si nosotros mismos hemos aprendido a sonreír, no necesitamos a nadie para poder hacerlo a lo largo de nuestra vida. Hemos aprendido nosotros solos, las personas van y vienen, pero a pesar de eso tu sonrisa debe permanecer presente en todo momento.
"Ríe y el mundo reirá contigo, llora y llorarás solo."

El otro día, cuando me encontraba en la parada del autobús pude apreciar a una nena de unos 4 años junto con sus padres, había llovido, y sus padres le repetían una y otra vez que no pisara los charcos, ya que llevaba manoletinas y enseguida le entraría agua, lo que podría conllevar a la pequeña a un futuro resfriado a la semana siguiente, pero al menor despiste de los padres aprovechaba la ocasión y chafaba desde lo lejos un charco no muy grande delante de ella, mientras le salía una pequeña sonrisa de alegría. No pude evitar sonreír ante tan sencilla pero tierna situación. 
Como bien he dicho, de pequeños basta que nos digan que no para que lo hagamos, y cogemos la manía de hacerlo por costumbre. Pero también es cierto que conforme crecemos, sin darnos cuenta, abandonamos esa manía y adoptamos la costumbre de nuestros padres: No chafar los charcos. ¿Por qué? ¿Por qué no seguimos pisando charcos a pesar de lo que nos digan? ¿Por qué seguimos las costumbres de todo ser humano de, en este caso, no pisar los charcos? ¿No somos seres humanos libres para hacer lo que queramos? Y lo mejor de todo, si como a esa nena nos proporcionaba un momento de felicidad pisar un charco, ¿por qué no seguimos haciéndolo ahora para proporcionarnos nuestra propia felicidad como hemos aprendido a hacer?

Yo sigo pisando charcos cuando la gente se despista.

domingo, 19 de mayo de 2013

Desvelarme con tus malos sueños.
Llorar con tus tristezas, esas con las que tu ni siquiera lloras porque eres mil veces más fuerte que yo.
Atormentarme con tus miedos.
Sufrir por tus problemas.
Entristecerme con tus tristezas.
Enfadarme con tu fuerza.
Pero también alegrarme con tus alegrías.
Sonreír con tu felicidad.
Ver el mundo con tus ojos.
Sentir tus logros como los míos.
Enmudecer con tus sorpresas.
Sonreír con tu boca.
Sentir con tu cuerpo.
...
Necesitar tu olor en mi ropa, tu presencia en cada uno de mis días, tu cuerpo en mi cama.. Cada momento, cada caricia, cada gesto, cada mirada, cada susurro, cada abrazo, cada beso, Cada silencio, cada palabra, cada suspiro, cada latido de tu corazón.

lunes, 13 de mayo de 2013


"Aquel que dijo que más vale tener suerte que talento, conocía la esencia de la vida. 
La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte. Asusta pensar cuantas cosas se escapan a nuestro control. En un partido hay momentos en que la pelota golpea el borde la red y durante una fracción de segundo puede seguir hacia adelante o caer hacia atras. Con un poco de suerte sigue adelante y ganas, o no lo hace y pierdes."

miércoles, 8 de mayo de 2013

Californication

Querida Karen, si estás leyendo esto significa que he encontrado el valor para mandártelo, bravo por mi. No me conoces muy bien pero si me permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir, pero esto es lo mas difícil que he tenido que escribir nunca. No existe una manera fácil de decirlo , así que simplemente lo diré: He conocido a alguien, fue una casualidad yo no lo estaba buscando no lo planee fue la tormenta perfecta, ella dijo una cosa yo dije otra, cuando me di cuanta quería pasar el resto de mi vida en mitad de aquella conversación. Ahora tengo la sensación en mi entrañas de que puede ser ella, esta completamente chiflada de una forma que me hace sonreír, extremadamente neurótica y exige un mantenimiento exhaustivo. Ella eres tú, Karen, esa es la buena noticia, la mala es que no se como estar contigo ahora, me acojona, porque si no estoy contigo inmediatamente tengo la sensación de que nos perderemos ahí fuera, este es un mundo enorme y malo lleno de vueltas y recovecos, y falta para parpadear para que desaparezca el momento, el momento que pudo cambiarlo todo, no sé lo que hay entre nosotros y no puedo decirte porque habrías de saltar al vacío por alguien como yo, pero hueles tan bien, como el hogar, y haces un café excelente, eso también importante, verdad?. 
Llámame, Infielmente tuyo, Hank.

lunes, 6 de mayo de 2013

Secuencia I


INT / CAFETERIA / MAÑANA

La cafetería, iluminada por los rayos de luz que entran a primera hora de la mañana, cuenta con tres mesitas con cuatro sillas cada una, una barra acompañada de cinco taburetes y una máquina de tabaco, al fondo a la derecha se ven dos puertas, una con un aseo dibujado y otra con una señal de “prohibido pasar”. De fondo suena la radio con una canción alegre y en una de las paredes vemos una tele encendida pero  con la voz muy bajita, de forma que solo se oye la radio. Las paredes son moradas, a excepción de una de ellas que tiene un mural artístico pintado que ocupa toda la pared. La cafetería está aún vacía, pero oímos ruidos procedentes del almacén.
Vemos a Zaida, una muchacha de unos 25 años de edad, morena, alta e increíblemente atractiva, arrastrando cuatro cajas apiladas llenas de botellas de refresco. La joven está haciendo un sobreesfuerzo ya que no puede con las cajas. Las mueve del almacén a la barra y comienza a vaciar las cajas y colocar las botellas en la nevera detrás del mostrador. En este momento Zaida esta como ausente, pensando en sus cosas y guardando las botellas de forma automática, mirando el reloj que hay colgado en la pared que marca las 8:45. Aún. Tiene cara de sueño y está pensando que aún le quedan más de siete horas de jornada.
Pasada una media hora sigue sin haber nadie en la cafetería, Zaida ha acabado sus tareas de preparación, su jefe no ha llegado todavía y ella está sentada en un taburete, aburrida, apoyada en la barra y haciendo zapping en la televisión. Vuelve a mirar el reloj y se queda pensando en la monotonía de su día a día. Empieza a frustrarse y sentirse desanimada.
A las 12:10 Zaida sólo ha servido dos cafés y un par de tostadas a una mesa en toda la mañana, y es entonces cuando aparece su jefe por la puerta, un hombre de unos 40 años que lo único que hace es meterse en su despacho, que está dentro del almacén, y jugar al ordenador. Cada vez que Zaida ve este comportamiento aprieta los dientes, cierra los puños de rabia y se siente impotente, sobre todo si piensa que lleva 6 meses sin cobrar porque su jefe no hace nada por conseguir dinero. Esta vez Zaida no puede resistirse y a las 12:25 de esa misma mañana se planta en el despacho de su jefe, se quita el delantal, se lo tira sobre el estudio y se marcha dejando su trabajo. Estaba harta de trabajar por nada. Zaida, había decidido cambiar su vida. Ahora solo se ve una cafetería vacía con música alegre de fondo.