Y allí estaba ella, tan tranquila, viendo pasar las horas con una revista, al sol, y disfrutando del maravilloso día veraniego tumbada en el suelo del parque como si fuera su propio jardín, cuando de repente apareció él con una rosa y se quedó mirándola sin decir nada. Ella alzó la mirada y allí lo encontró, con la misma cara de bobo con la que ella se enamoró de él.
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